El conocer nuestra situación y las actividades que se desarrollan en los mundos invisibles después de la muerte constituye un gran beneficio que nos quitará en gran parte el miedo a la muerte por el desconocimiento que tenemos de aquellos y a los cuales, sin duda alguna, en un día más o menos remoto, seremos transportados, cuando nuestra estadía en este mundo físico haya concluido.
Estos mundos son invisibles para la mayoría de los hombres, debido a que los sentidos sutiles y elevados, por los cuales pueden percibirse, están dormidos. Estos sentidos sutiles permitirán observar aquellos mundos de la misma manera que percibimos el Mundo Físico por medio de nuestros sentidos físicos. La mayoría de los hombres se encuentran respecto a los mundos suprafísicos en parecidas condiciones a las que el que ha nacido ciego se encuentra en este mundo de los sentidos: aunque la luz y el color estén en torno suyo, es incapaz de percibirlos. Para el no existen y son incomprensibles, simplemente porque carece del sentido de la vista que le permitiera verlos. Los objetos que puede tocar le parecen reales, pero la luz y el color están mas allá de su alcance.
Podemos decir que solo hay como un día muy largo. No existe el tiempo, porque lo que hace existir el tiempo aquí es la revolución de la Tierra sobre su eje y su revolución en torno del Sol. Esos movimientos son los que producen el día y la noche, el invierno y el verano, el calor y el frío, porque la composición opaca y sólida de la Tierra la hace impenetrable a los rayos luminosos y al c alor emitido por el Sol, así que una mitad de la Tierra está siempre fría y oscura. Pero en el otro mundo nada es ni opaco ni frío, ni verano ni invierno, hay luz, no hay noche, sino que todo es un día brillante, larguísimo. Por ejemplo en el mundo físico la materia está sujeta a la gravedad, contracción y dilatación en los otros mundos los cuerpos ascienden o descienden con toda facilidad.
Sí, su cuerpo de deseos tomará enseguida la forma que tenía su cuerpo físico aquí, porque se cree que es de esa forma, los encontramos y los reconocemos, salvo que no tiene su cuerpo físico; es mental y moralmente la misma persona porque no hay poder transformador alguno en la muerte. Oímos a veces hablar a la gente de algún muerto como si fuera un ángel o un santo, aunque realmente fuera un diablo en la tierra, pues creen irreverente decir la verdad cuando aquel ha pasado al más allá. Pero el hecho es que solo los que eran buenos aquí son buenos en el más allá, así que cualquiera que lo haya conocido en la vida terrestre lo reconocerá enseguida cuando pase al más allá, pero el lugar en el que lo encontremos depende de varias cosas.
El amigo materialista, si vivió una buena vida moral, como generalmente suele suceder, se quedaría en la cuarta región del Mundo del Deseo durante cierto número de años, de acuerdo con el tiempo que vivió, y entonces pasaría al Segundo Cielo, si bien no tendrá allí una conciencia tan completa y perfecta como la persona que se haya preocupado por las realidades de la vida.
Muy frecuentemente la madre que acaba de morir sigue observando a sus hijitos largo tiempo, y hay casos en los que esas madres han salvado a sus bebés de los peligros en que estaban. Aunque no sepan conscientemente como materializarse, el amor por sus pequeños y el miedo intenso han hecho que la madre atrajera hacia si el material necesario para que sus hijos pudieran verla. Los que llamamos muertos generalmente no se marchan de la casa en que han vivido hasta mucho tiempo después de los funerales. Se quedan en las habitaciones de su familia, yendo y viniendo, si bien invisibles para nosotros. Por supuesto, cuando llega el momento de ir al Primer Cielo, ya no se quedan más en la casa, pero la visitan muy a menudo. Cuando entran en el Segundo Cielo ya no están más conscientes de esta esfera física en el sentido de que tengan casas, amigos o parientes; allí debe considerárseles más bien como fuerzas naturales, mientras se encuentren en ese plano, porque obran sobre la tierra y sobre la humanidad en la misma forma que las fuerzas naturales que no se encarnan humanamente.
La capacidad de emitir un pensamiento y el poder de que ese pensamiento realice el propósito para el que fue emitido, depende de la nitidez con que el pensador pueda visualizar lo que quiere realizar. Las escuelas de ocultismo, particularmente las que siguen el pensamiento oriental, aconsejan el método de concentrarse dirigiendo el pensamiento hacia un solo punto, en la misma forma como una lente de aumento concentra los rayos solares en un foco, sumando así sus fue rzas, y así como los rayos solares enfocados en esa forma queman, así también el pensamiento realiza invariablemente su objeto cuando se lo concentra con suficiente intensidad.
Esto requiere una larga práctica, sin embargo, y son contados los occidentales que pueden concentrar así sus pensamientos con algún objeto. La religión occidental, reconociendo esa incapacidad enseña otro método que es más eficaz que la concentración: la oración.
Hay muchas causas que producen la muerte de los niños. Daremos solamente algunas de las principales. En primer lugar, cuando un Ego vuelve a la vida terrestre, se dirige hacia cierta familia porque allí puede obtener el alrededor ambiente necesario calculado para su progreso futuro, y en el cual podrá liquidar determinada cantidad del destino que generó en sus vidas anteriores. Entonces, si los padres hacen cambios muy radicales en sus vidas de manera tal que el Ego ya no pueda obte ner esas experiencias o liquidar ese destino, el Ego se retira y se dirige a otra parte donde pueda conseguir las condiciones necesarias para su crecimiento. O puede solo retirarse por algunos años y renacer en la misma familia si ve que las condiciones requeridas podrán obtenerse posteriormente.
No, porque allí vemos las cosas tal como son. Aquí estamos cegados. Cuando el Ego viene al Mundo Físico, en un sentido es causa de regocijo, y efectivamente nos regocijamos cuando nace el niño, pues este mundo nos proporciona experiencias que nos permiten crecer anímicamente. Pero considerándolo desde otro punto de vista, cuando el Ego viene a este mundo y entra en la prisión del cuerpo denso, se encuentra en la situación más limitada imaginable, y regocijarse cuando nace un niño y lamentarse cuando muere es en realidad análogo a regocijarse cuando un amigo es aprisionad o y entregarse a histéricas lamentaciones cuando queda libre.
¿La cremación del cuerpo denso después de la muerte ¿afecta al espíritu en alguna forma?
Durante la vida, en el estado de conciencia de vigilia, los vehículos del Ego se mantienen todos juntos concéntricamente, pero al morir, el Ego envuelto en la mente y cuerpo de deseos se retira del cuerpo denso y como que las funciones vitales han terminado, el cuerpo vital sale también del denso, dejando a éste inanimado sobre el lecho. El Ego se lleva también consigo un átomo del corazón y el resto del cuerpo se desintegra. Pero en ese tiempo se efectúa un proceso extremadamente importante, y los que asisten al hombre agonizante deben tratar cuidadosamente de que reine la mayor quietud en toda la casa, porque las imágenes de toda la vida que acaba de pasar y que estaban impresas en el cuerpo vital están pasando ante los ojos del espíritu en progresión lenta y ordenada, pero en sentido inverso, desde la muerte hasta el nacimiento. Este panorama de la vida pasada dura desde unas cuantas horas hasta tres días y medio. Ese tiempo depende de la fuerza del cuerpo vital, lo que determina el lapso que una persona puede mantenerse despierta cuando lleg a el caso. Muchas personas pueden observar cincuenta, sesenta y hasta setenta horas antes de quedar exhaustas, mientras que otras no pueden permanecer despiertas más que pocas horas. La razón por la que es necesario que la casa permanezca en la mayor quietud durante los tres días y medio subsiguientes a la muerte es ésta: durante ese tiempo el panorama de la vida pasada se imprime sobre el cuerpo de deseos que será el vehículo que el hombre tendrá en el Purgatorio y en el Primer Cielo, donde se recoge todo el bien o mal que se haya sembrado, de acuerdo con los actos realizados en la vida terrestre.
Ahora bien, cuando la vida ha sido muy accidentada y el cuerpo vital del hombre es fuerte, se necesitará mayor tiempo para efectuar esa impresión que si el cuerpo vital fuera débil, pero durante todo ese tiempo el cuerpo denso está conectado con los vehículos superiores por el cordón plateado y cualquier daño que se haga al cuerpo lo siente el espíritu hasta cierto punto. Y siente el embalsamamiento, autopsias o la cremación si se hacen inmediatamente después de la muerte. Por consiguiente esas operaciones no deben hacerse absolutamente durante los tres días y medio subsiguientes a la muerte. Al fin de ese intervalo, el panorama se ha impreso completamente en el cuerpo de deseos, el cordón plateado se rompe, el cuerpo vital es atraído por el denso y queda rota toda conexión con el espíritu, quien entonces puede ir libremente a su vida superior.