MEJOR es la buena fama que el buen ungüento; y el día de la muerte que el día del nacimiento
Eclesiastés 7:1

Cada nacimiento trae al mundo una nueva existencia, la que es esperada con alegría. Este pequeño ser crece, se desarrolla y al dejar de moverse, muere emprendiendo el más grande de todos los viajes al hogar del espíritu. La vida que vino, sin que nosotros sepamos de dónde, ha retornado hacia su origen, su patria celestial, llenando de dolor y angustia los corazones afligidos de sus familiares que buscan desesperados respuestas que satisfagan al mismo tiempo a la cabeza y al corazón.

¿De dónde venimos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Hacia dónde vamos? son las interrogantes que encierra el enigma de la vida y la muerte, ese temible espectro que llega tanto al rico como al pobre, al joven o al anciano, a sanos o enfermos, portal sombrío por el que obligadamente, sin excepción alguna, tenemos que pasar.

¿Por qué el pensamiento de este viaje hacia la vida del más allá tiene que teñirse de tanto horror, especialmente en una nación cristiana que acepta las enseñanzas de El CRISTO, cuya misión sobre la tierra fue quitar el aguijón de la muerte?.

Isaías 25:8 Destruirá á la muerte para siempre; y enjugará el Señor toda lágrima de todos los rostros: y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra: porque Jehová lo ha dicho.

Isaías 25:8 Destruirá á la muerte para siempre; y enjugará el Señor toda lágrima de todos los rostros: y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra: porque Jehová lo ha dicho.

Isaías 25:7-9 (en Contexto)La muerte no existe. Los astros se ponen para surgir sobre otros cielos y en la corona joyante del firmamento brillan eternamente. Oseas 13:14 De la mano del sepulcro los redimiré, librarélos de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh sepulcro; arrepentimiento será escondido de mis ojos.

Mateo 16:28 De cierto os digo: hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del hombre viniendo en su reino.

Marcos 9:1 TAMBIÉN les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios que viene con potencia.

Ezequiel 18:4 He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.

Ef 2:1 donde leemos: "Además, a ustedes (Dios los vivificó), aunque estaban muertos en sus ofensas y pecados"

La historia antigua de la humanidad tal como está registrada en la Biblia desde el tiempo de Adán y Eva, cuando el Señor arrojó a la humanidad del Jardín del Edén, demuestra que la muerte ha sido siempre asociada con la idea de castigo. En el Génesis, capítulo 20, versículo 17, el Señor amenaza a Adán con la muerte si come del Árbol del Conocimiento. Este temor fue implantado en la mente de estas primeras razas, cuyos sentidos infantiles todavía no tenían la capacidad de razonar, solo comprendían a través del miedo, respondían únicamente a un Dios iracundo más no de amor que podía arrojarles en desconocidas tinieblas por sus pecados. El miedo a la muerte creó en ellos un deseo de conservar sus cuerpos, llegando al embalsamiento.

Las ideas acerca de la muerte han sufrido varias alteraciones de acuerdo con la evolución del hombre, pero el profundo misterio de la vida después de la muerte no fue explicado sino hasta la venida de Cristo, quien mediante su muerte en la cruz trajo al hombre la esperanza de la salvación, quitó la muerte y saco a luz la vida y la inmortalidad del espíritu por el evangelio.

Juan 5:24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá á condenación, mas pasó de muerte á vida.

Juan 8:51 De cierto, de cierto os digo, que el que guardare mi palabra, no verá muerte para siempre.

Juan 8:52 Entonces los Judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas, y tú dices: El que guardare mi palabra, no gustará muerte para siempre.

Juan 11:4 Y oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, mas por gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.

Juan 11:13 Mas esto decía Jesús de la muerte de él: y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño.

Juan 21:19 Y esto dijo, dando á entender con qué muerte había de glorificar á Dios. Y dicho esto, dícele: Sígueme.

Romanos 5:12 De consiguiente, vino la reconciliación por uno, así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y la muerte así pasó á todos los hombres, pues que todos pecaron.

Desde el punto de vista de las enseñanzas Rosacruces, la muerte no existe, simplemente es el tránsito del espíritu a una esfera más amplia y elevada. El cuerpo físico no es sino un vehículo que utiliza el espíritu en la escuela de la vida a la cual venimos para obtener experiencias y la muerte no es más que el momento de recolectar los frutos sembrados en el transcurso de la vida que terminar, ya que el hombre desde el punto de visto exotérico está formado por cuatro cuerpos el denso o físico, necesario para poder funcionar en este mundo físico y adaptado a nuestro ambiente, el cuerpo vital que es el que expresa vida y crecimiento, el cuerpo de deseos que manifiesta sentimiento y emoción y el cuerpo mental que nos posibilita el pensamiento.

Como su vida en el mundo físico por ahora ha terminado, el hombre ya no necesita retener su cuerpo denso y el cuerpo vital perteneciente al mundo físico se retira por la cabeza dejando al cuerpo físico inanimado, los vehículos superiores vital de deseos y mental pueden verse abandonando al cuerpo denso con un movimiento de espiral, llevándose consigo el alma de un átomo denso, el resultado de las experiencias pasadas en el cuerpo físico durante la vida que finaliza impreso sobre este átomo especial, despertado únicamente en la aurora de otra vida física, sirviendo así como núcleo en torno del cual se construirá otro nuevo cuerpo denso. A la muerte dicho átomo-simiente sube al cerebro por medio del nervio pneumogástrico, abandonando el cuerpo denso, junto con los vehículos superiores por medio de la comisura de los huesos parietal y occipital.

Cuando los vehículos superiores han dejado el cuerpo denso, permanecen todavía conectados con él por medio de una serie de cordón o hilo, vibrante, plateado, muy parecido a dos números seis unidos y puestos al revés el uno en posición vertical y el otro horizontal. Un extremo está unido al corazón por medio del átomo-simiente y la rotura de aquel produce la paralización del corazón. El cordón no se rompe hasta que el panorama de la pasada vida, contenido en el cuerpo vital, ha sido contemplado, eso ocurre usualmente alrededor de los tres días y medio después de la muerte, cuando éste se rompe por completo el cuerpo denso está completamente muerto.
Referente al cordón de plata, la Biblia DICE:
2 Reyes 25:15 Incensarios, cuencos, los que de oro, en oro y los que de plata, en plata, todo lo llevó el capitán de los de la guardia;
Eclesiastés 12:5 Cuando también temerán de lo alto, y los tropezones en el camino; y florecerá el almendro, y se agravará la langosta, y perderáse el apetito: porque el hombre va á la casa de su siglo, y los endechadores andarán en derredor por la plaza:
6 Antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto á la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo;
7 Y el polvo se torne á la tierra, era, y el espíritu se vuelva á Dios que lo dió.
Conforme el interés y la creencia en una vida después de la muerte se hagan más universales, la gente comprenderá la necesidad de contar con un método científico de cuidado a los que están pasando a la vida superior, y entonces tendremos enfermeras y doctores tan versados en la ciencia de la muerte como en la ciencia del nacimiento. Entonces el espíritu estará rodeado no solamente de amor, sino también de paz y quietud al tiempo del tránsito. También tendrá un registro más profundo y claro con el cual comenzar el trabajo de su vida en su nuevo estado.

Hay más cosas en los cielos y en la tierra que las que conocemos individual o colectivamente, por eso es nuestra obligación comenzar a investigarlas. Únicamente informándonos nosotros mismos apropiadamente nos será posible arribar a una conclusión digna de nuestra condición humana, sin importar nada el que nos decidamos por un camino o por el otro y luego de examinar evidencias inductivas, deductivas y directas, llegar a la conclusión de la existencia de otro mundo, intangible para los cinco sentidos, pero fácil de investigar por medio del “sexto sentido”, hecho natural, reconozcámoslo o no, así como la luz y el color existen por doquiera, en torno del cielo y del que ve. Es la ceguera del hombre la que le impide verlos. Es nuestra “ceguera” la que nos imposibilita ver los dominios suprafísicos, pero para todos los que se tomen el trabajo de despertar sus facultades latentes la apertura del sentido correspondiente no es más que cuestión de tiempo. Cuando ese tiempo llegue veremos que los llamados “muertos” están todos en torno nuestro y que en realidad no hay muerte, sino un cambio de cambio de estado.

Otro objetivo debe también ser alcanzado. De todos los terrores a que la humanidad está sujeta, ninguno mayor que la muerte, que nos separa de aquellos que amamos, porque no podemos apercibirles después que han sido despojados de sus cuerpos. Pero tan cierto como el día sigue a la noche, así ciertamente desgastarán las lágrimas la escama que oculta a los ojos de los hombres la tierra desconocida de los muertos que viven. Hemos dicho y repetido y lo reafirmamos ahora, que una de las mayores bendiciones que derivarán de la guerra, ha de ser la vista espiritual que en un gran número de gente se despertará.

El intenso pesar de millones de seres, el anhelo de ver de nuevo a los que nos son queridos y que tan súbita y cruelmente nos han sido arrebatados, son una fuerza de incalculable poder y fortaleza. De igual manera aquellos que han sido cercenados por la muerte prematuramente y que están ahora en el mundo invisible, con la misma intensidad sienten ahora el deseo de reunirse a los que les son cercanos y queridos para decirles palabras de consuelo que puedan convencerles del bienestar que están disfrutando. Puede así decirse que dos grandes ejércitos formados por millones y millones, están minando con fantástica energía e intensidad de propósito, los muros que separan lo visible de lo invisible. Día tras día, estos muros o velos se hacen más livianos, más débiles, y más tarde o más temprano, los vivos y los muertos que viven, se encontrarán en la mitad del túnel. Antes de lo que nos imaginamos la comunicación se establecerá, y entonces encontraremos lo más natural del mundo que cuando algunos de los seres que nos sean más queridos queden desprovistos de sus masas materiales no sintamos ni pesar ni pérdida alguna, porque podremos verles a todas horas en sus cuerpos etéreos, moviéndose alrededor nuestro como hasta entonces lo hicieran. Así venceremos el gran conflicto de la muerte y podremos decir. "Oh, muerte! ¿dónde está tu guadaña...? ¡Oh, sepulcro! ¿cuál es tu victoria...?".

Los sectarios no han sabido distinguir (como lo hace la Biblia) entre muerte espiritual y muerte corporal. La muerte implica en la Biblia fundamentalmente la idea de separación. La muerte corporal no es sino la separación entre el cuerpo y el alma. Repetidos pasajes de la Biblia hacen referencia a una concepción que indica que la muerte está marcada por la salida del alma del interior del cuerpo (cf Gén 35,18).

Romanos 5:14 No obstante, reinó la muerte desde Adam hasta Moisés, aun en los que no pecaron á la manera de la rebelión de Adam; el cual es figura del que había de venir.

Romanos 5:17 Porque, si por un delito reinó la muerte por uno, mucho más reinarán en vida por un Jesucristo los que reciben la abundancia de gracia, y del don de la justicia.

Romanos 5:21 Para que, de la manera que el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna por Jesucristo Señor nuestro.

Romanos 6:4 Porque somos sepultados juntamente con él á muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.

Romanos 6:5 Porque si fuimos plantados juntamente en él á la semejanza de su muerte, así también lo seremos á la de su resurrección:

Romanos 6:9 Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere: la muerte no se enseñoreará más de él.

Romanos 6:23 Porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Romanos 7:5 Porque mientras estábamos en la carne, los afectos de los pecados que eran por la ley, obraban en nuestros miembros fructificando para muerte.

Romanos 7:13 ¿Luego lo que es bueno, á mí me es hecho muerte? No; sino que el pecado, para mostrarse pecado, por lo bueno me obró la muerte, haciéndose pecado sobremanera pecante por el mandamiento.

Romanos 7:24 ¡Miserable hombre de mí! ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte?

Romanos 8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Romanos 8:6 Porque la intención de la carne es muerte; mas la intención del espíritu, vida y paz:
1 Corintios 15:21 Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.

1 Corintios 15:54 Y cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto mortal fuere vestido de inmortalidad, entonces se efectuará la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria.

1 Corintios 15:55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿dónde, oh sepulcro, tu victoria?

1 Corintios 15:56 Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y la potencia del pecado, la ley.

2 Corintios 4:12 De manera que la muerte obra en nosotros, y en vosotros la vida.

2 Timoteo 1:10 Mas ahora es manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte, y sacó á la luz la vida y la inmortalidad por el evangelio;

Hebreos 2:14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, es á saber, al diablo.

¿LOS MUERTOS PUEDEN AYUDAR A LOS VIVOS?
Existe una fuerza muy poderosa en el cosmos que es el AMOR, lazo indestructible que sigue existiendo en el llamado “muerto”, quien se ha liberado de su atadura corpórea y por tanto puede ayudar de muchas maneras a los que ha dejado en este mundo con la única condición de que crean que el que ha partido al más allá sigue existiendo y deseen su ayuda.

John McCreery dice en su hermosísimo poema:

La muerte no existe. Los astros se ponen
para surgir sobre otros cielos
y en la corona joyante del firmamento
brillan eternamente.

La muerte no existe.
Las hojas del bosque
le convierten en la vida del aire invisible
las rocas se desintegran para alimentar
los musgos hambrientos que sobre ellas crecen.

La muerte no existe. El polvo que pisamos,
al llegar el verano se transformará
en dorados granos o dulces frutos
o en flores policromas.

La muerte no existe. Las hojas caerán
las flores se marchitarán y dejarán de ser
pero solo esperan en las horas invernales
el dulce y caliente hálito de mayo.

No existe la muerte, aunque lloremos
cuando hermosas formas familiares
que hemos aprendido a amar son arrancadas
de nuestros brazos.

Aunque con el corazón destrozado
con negro luto y silente paso
llevemos su barro insensible a descansar
y digamos que se han muerto.

No hay muertos; no han hecho más que pasar
más allá de las brumas Que aquí nos ciegan.
se han ido a la vida nueva
y más amplia de aquella esfera más serena.

Sólo se han sacado sus harapos
para ponerse una veste radiante
no se han ido lejos,
no se han ido ni separado.

Aunque invisibles para el ojo mortal
están todavía aquí y nos aman aún
y no olvidan nunca a los seres queridos
que dejaron atrás.

Algunas veces nuestra frente febril
siente su caricia, un aliento balsámico;
nuestro espíritu los ve y nuestros
corazones se reconfortan y serenan.

Si, siempre cerca de nosotros, aunque invisibles
están nuestros queridos e inmortales espíritus
porque en todo el infinito universo de Dios
todo es vida, la muerte no existe.


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