NUESTRA EXISTENCIA
EN EL MAS ALLA
Existe un solo acontecimiento que más pronto o más tarde llega a todos: ¡la Muerte! el momento en el que estamos solos ante su portal y forzados a dar el salto en la obscuridad.
El trance que significa ese salto y lo que nos espera en el más allá, es objeto de meditación para todo ser pensante. En los años de la juventud y de la salud, cuando la barca de nuestra vida navega en los mares de la prosperidad, cuando todo se nos antoja bello y brillante, podemos dejar de lado tal pensamiento, pero seguramente llegará un día en la existencia de toda persona sensata en el que el problema de la vida y de la muerte se abra paso en su conciencia y no pueda ser descartado ni postergado.
"Tú estás poseído por un solo impulso,
e inconsciente del otro todavía permaneces.
Dos almas, ¡ay!, habitan dentro de mi pecho
y allí pelean por un reino individido.
Una, a la tierra con deseo apasionado
y con tentáculos tenazmente se adhiere todavía;
sobre las brumas, la otra de las dos, aspira,
con sagrado ardor, a más puras esferas."


¿De qué sirve el conocer los estados post-mortem y lo que ocurre en el mundo invisible y todas las demás cosas?.
El conocer nuestra situación y las actividades que se desarrollan en los mundos invisibles después de la muerte constituye un gran beneficio que nos quitará en gran parte el miedo a la muerte por el desconocimiento que tenemos de aquellos y a los cuales, sin duda alguna, en un día más o menos remoto, seremos transportados, cuando nuestra estadía en este mundo físico haya concluido.
Estos mundos son invisibles para la mayoría de los hombres, debido a que los sentidos sutiles y elevados, por los cuales pueden percibirse, están dormidos. Estos sentidos sutiles permitirán observar aquellos mundos de la misma manera
que percibimos el Mundo Físico por medio de nuestros sentidos físicos. La mayoría de los hombres se encuentran respecto a los mundos suprafísicos en parecidas condiciones a las que el que ha nacido ciego se encuentra en este mundo de los sentidos: aunque la luz y el color estén en torno suyo, es incapaz de percibirlos. Para el no existen y son incomprensibles, simplemente porque carece del sentido de la vista que le permitiera verlos. Los objetos que puede tocar le parecen reales, pero la luz y el color están mas allá de su alcance.
Así sucede con la mayor parte de la humanidad. Tocan y ven objetos y oyen sonidos en el Mundo Físico, pero los otros reinos y planos que el clarividente llama mundos superiores son tan incomprensibles para la humanidad como la luz y el color lo son para los ciegos. El que el hombre ciego no pueda ver ni el color ni la luz no es argumento contra su existencia y realidad. Ni es tampoco argumento el que porque la mayoría de los hombres no puedan ver los mundos suprafísicos nadie pueda verlos. Si el ciego recobra su vista, verá la luz y el color. Si los sentidos superiores de los que actualmente son ciegos para los mundos suprafísicos, se despiertan por medios apropiados, podrán ver también los mundos que ahora están ocultos para ellos.
Entonces, es razonable pensar que si se nos presenta la oportunidad de saber por adelantado algo de aquellos extraños mundos debemos aprovechar para facilitar nuestra estadía y poder acomodarnos a las nuevas y extrañas condiciones de vida que encontraremos allí, al igual que si tuviéramos que vivir en otro país por un tiempo indeterminado será de gran utilidad familiarizarnos anticipadamente con el idioma, costumbres y leyes que gobiernan aquel para no sentirnos extraños e incómodos y poder aprovechar cualquier ocasión de mejoramiento o estudio que pudiéramos encontrar, sin peligro alguno de obrar contrariamente a sus leyes y sufrir las consiguientes molestias por nuestra ignorancia.
Otro beneficio inestimable que obtenemos al conocer las actividades que se desarrollan en el Purgatorio y el Primer Cielo es el ejercicio vespertino de examinar los sucesos del día en orden invertido, podemos vivir nuestro Purgatorio aquí y ahora, en pequeñas dosis, obteniendo así el perdón de los pecados en lugar de esperar la expiación de nuestras malas obras; si aprovechamos nuestro conocimiento viviremos en tal actitud como no la obtendríamos antes de entrar en las vidas futuras, asimilándonos diariamente el bien que hayamos hecho y purificándonos de todo mal. Y de esta suerte podremos cruzar ligeramente el Purgatorio y el Primer Cielo inmediatamente después de la muerte.
Sabiendo lo que tenemos que realizar en el Segundo Cielo, podemos aplicarnos más inteligentemente aquí a nuestra obra, así como allí; obtendremos mayor conciencia en ese dominio familiarizándonos diariamente con él.



¿Hay estaciones, tiempo, edades y épocas en el otro mundo?
Podemos decir que solo hay como un día muy largo. No existe el tiempo, porque lo que hace existir el tiempo aquí es la revolución de la Tierra sobre su eje y su revolución en torno del Sol. Esos movimientos son los que producen el día y la noche, el invierno y el verano, el calor y el frío, porque la composición opaca y sólida de la Tierra la hace impenetrable a los rayos luminosos y al c alor emitido por el Sol, así que una mitad de la Tierra está siempre fr
ía y oscura. Pero en el otro mundo nada es ni opaco ni frío, ni verano ni invierno, hay luz, no hay noche, sino que todo es un día brillante, larguísimo. Por ejemplo en el mundo físico la materia está sujeta a la gravedad, contracción y dilatación en los otros mundos los cuerpos ascienden o descienden con toda facilidad.
Por consiguiente nos encontramos a menudo con que aquellos que han pasado por las puertas de la Muerte, si bien recuerdan completamente su vida pasada no tienen la menor idea del tiempo que pasa y pueden algunas veces preguntar cuanto tiempo hace que murieron.
Hay solo un medio de medir el tiempo, y éste es el que emplean los clarividentes educados para fijar los acontecimientos cuando los examinan en la memoria de la Naturaleza, o sea mediante la astrología, observando la posición de los astros. Por supuesto, si el acontecimiento que está observando ocurrió en los tiempos históricos puede fácilmente fijar el año de la ocurrencia mediante otro acontecimiento histórico que haya ocurrido al mismo tiempo, pero cuando busca muchos millares de años atrás, como, por ejemplo, cuando quiere determinar el tiempo de las inundaciones atlantes, acude especialmente a la precesión de los equinoccios, que es el movimiento hacia atrás del Sol por los doce signos del Zodíaco, tardando el Sol unos veintiséis mil años en dar una vuelta completa en torno de ese círculo. Entonces puede fijar esa fecha contando el número de períodos de veintiséis mil años transcurridos entre la primera inundación y la segunda, entre la segunda y la tercera y desde ésta hasta nuestros días.
¿Nos encontramos con los seres queridos después de la muerte y los reconocemos, aún cuando hayan tenido una creencia diferente de la nuestra o aunque hayan sido ateos?
Sí, su cuerpo de deseos tomará enseguida la forma que tenía su cuerpo físico aquí, porque se cree que es de esa forma, los encontramos y los reconocemos, salvo que no tiene su cuerpo físico; es mental y moralmente la misma persona porque no hay poder transformador alguno en la muerte. Oímos a veces hablar a la gente de algún muerto como si fuera un ángel o un santo, aunque realmente fuera un diablo en la tierra, pues creen irreverente decir la verdad cuando aquel ha pasado al más allá. Pero el hecho es que solo los que eran buenos aquí son buenos en el más allá, así que cualquiera que lo haya conocido en la vida
terrestre lo reconocerá enseguida cuando pase al más allá, pero el lugar en el que lo encontremos depende de varias cosas.
En primer lugar, si hemos vivido una vida muy religiosa, de manera que no tengamos existencia alguna en el Purgatorio y muy poca en el Primer Cielo, yendo casi directamente al Segundo Cielo, mientras que el ser querido, si fuera de naturaleza inferior y tuviera que pasar largo tiempo en el Mundo del Deseo, no nos encontraría hasta que llegara al Segundo Cielo. Si morimos poco después que nuestro amigo, el encuentro quizás no tendría lugar en veinte años; pero eso importa poco porque en esas regiones se está completamente inconsciente del tiempo.
El amigo materialista, si vivió una buena vida moral, como generalmente suele suceder, se quedaría en la cuarta región del Mundo del Deseo durante cierto número de años, de acuerdo con el tiempo que vivió, y entonces pasaría al Segundo Cielo, si bien no tendrá allí una conciencia tan completa y perfecta como la persona que se haya preocupado por las realidades de la vida.
Lo veremos, reconociéndolo y asociándonos con él durante centurias enteras en la obra de crear el futuro alrededor ambiente, pues entonces no será ya más materialista absolutamente, porque cuando el espíritu arriba a esa elevada región, ya no está bajo las ilusiones que algunas veces lo envuelven en este mundo material. Todos y cada uno se reconocen como seres espirituales y sienten la memoria de esta vida terrestre en la misma forma en que nosotros recordamos una pesadilla. El espíritu, al entrar en ese mundo despierta a su verdadera naturaleza en cualquier caso.


¿Los que han pasado al más allá ¿siguen observando y cuidando a los que han quedado aquí? Por ejemplo una madre ¿sigue cuidando a los hijos que dejó aquí?
Muy frecuentemente la madre que acaba de morir sigue observando a sus hijitos largo tiempo, y hay casos en los que esas madres han salvado a sus bebés de los peligros en que estaban. Aunque no sepan conscientemente como materializarse, el amor por sus pequeños y el miedo intenso han hecho que la madre atrajera hacia si el material necesario para que sus hijos pudieran verla. Los que llamamos muertos generalmente no se marchan de la casa en que han vivido hasta mucho tiempo después de los funerales. Se quedan en las habitaciones de su familia, yendo y viniendo, si bien invisibles para nosotros. Por supuesto, cuando llega el momento de ir al Primer Cielo, ya no se quedan más en la casa, pero la visitan muy a menudo. Cuando entran en el Segundo Cielo ya no están más conscientes de esta esfera física en el sentido de que tengan casas, amigos o parientes; allí debe considerárseles más bien como fuerzas naturales, mientras se encuentren en ese plano, porque obran sobre la tierra y sobre la humanidad en la misma forma que las fuerzas naturales que no se encarnan humanamente.


¿Cómo hay que concentrarse para ayudar a los que están en el otro mundo? ¿Hay que entrar en el silencio y emitir pensamientos cariñosos y de ayuda hacia ellos?
La capacidad de emitir un pensamiento y el poder de que ese pensamiento realice el propósito para el que fue emitido, depende de la nitidez con que el pensador pueda visualizar lo que quiere realizar. Las escuelas de ocultismo, particularmente las que siguen el pensamiento oriental, aconsejan el método de concentrarse dirigiendo el pensamiento hacia un solo punto, en la misma forma como una lente de aumento concentra los rayos solares en un foco, sumando así sus fue rzas, y así como los rayos solares enfocados en esa forma queman, así también el pensamiento realiza inv
ariablemente su objeto cuando se lo concentra con suficiente intensidad.
Esto requiere una larga práctica, sin embargo, y son contados los occidentales que pueden concentrar así sus pensamientos con algún objeto. La religión occidental, reconociendo esa incapacidad enseña otro método que es más eficaz que la concentración: la oración.
Por consiguiente, si queremos ayudar a los que han pasado al más allá, debemos orar por su bienestar y para que puedan aprender las lecciones de esta vida perfectamente en sus experiencias purgatoriales y en el Primer Cielo; entonces haremos mucho más que si intentamos el método de concentración frío e intelectual. La actitud del cuerpo es un gran factor en la intensidad de la oración, y si el ponerse de rodillas parece que ha de facilitar ese acto, debe adoptarse esa posición. Por otra parte, según dice Emerson: aunque tus rodillas no se doblen nunca hacia el Cielo, a él llegan tus oraciones cotidianas, y ya sean dirigidas para bien o para mal, siempre son escuchadas y contestadas también." Así que la actitud del cuerpo durante la oración no tiene mayor importancia, salvo que se vea que es conducente a dar mayor intensidad a nuestros propósitos, porque esto es lo que hace efectiva la oración.


¿Por qué mueren los niños en la infancia y en la niñez?
Hay muchas causas que producen la muerte de los niños. Daremos solamente algunas de las principales. En primer lugar, cuando un Ego vuelve a la vida terrestre, se dirige hacia cierta familia porque allí puede obtener el alrededor ambiente necesario cal
culado para su progreso futuro, y en el cual podrá liquidar determinada cantidad del destino que generó en sus vidas anteriores. Entonces, si los padres hacen cambios muy radicales en sus vidas de manera tal que el Ego ya no pueda obte ner esas experiencias o liquidar ese destino, el Ego se retira y se dirige a otra parte donde pueda conseguir las condiciones necesarias para su crecimiento. O puede solo retirarse por algunos años y renacer en la misma familia si ve que las condiciones requeridas podrán obtenerse posteriormente.
Con objeto de compensar ese inconveniente, el Ego renace generalmente en la misma familia que tanto lo lamentó, y muere en los primeros años. Muy a menudo se encuentran con algún miembro de su familia fallecido, quien toma al niño a su cargo, tomándose el trabajo de enseñarle lo que dejó de aprender debido a las lamentaciones, y si ese pariente no existe otro cualquiera se hace cargo de él. De cualquier manera la pérdida es más que recuperada, así que cuando el niño vuelve a nacer tiene un crecimiento moral tan completo como si hubiera muerto en las circunstancias ordinarias sin que se hubieran producido las tales lamentaciones.


¿Se dice que no hay tristeza alguna en el cielo, pero si nos encontramos allí con algún ser querido el que después sigue adelante, esa partida ¿no produce siquiera un pequeño sentimiento de disgusto?
No, porque allí vemos las cosas tal como son. Aquí estamos cegados. Cuando el Ego viene al Mundo Físico, en un sentido es causa de regocijo, y efectivament
e nos regocijamos cuando nace el niño, pues este mundo nos proporciona experiencias que nos permiten crecer anímicamente. Pero considerándolo desde otro punto de vista, cuando el Ego viene a este mundo y entra en la prisión del cuerpo denso, se encuentra en la situación más limitada imaginable, y regocijarse cuando nace un niño y lamentarse cuando muere es en realidad análogo a regocijarse cuando un amigo es aprisionad o y entregarse a histéricas lamentaciones cuando queda libre.
Cuando el espíritu pasa al mundo celestial, se encuentra con algunos con los que estuvo asociado en la vida terrestre en el Primer Cielo, pero allí se ha hecho ya tan espiritual y está tan en contacto con las realidades de la vida, que sabe que la muerte no existe. Por consiguiente cuando alguno sigue adelante su camino no hay más que regocijo y placer porque entonces se sabe que lo encontraremos de nuevo y no puede dejar dolor alguno tras sí.

¿La cremación del cuerpo denso después de la muerte ¿afecta al espíritu en alguna forma?
Durante la vida, en el estado de conciencia de vigilia, los vehículos del Ego se mantienen todos juntos concéntricamente, pero al morir, el Ego envuelto en la mente y cuerpo de deseos se retira del cuerpo denso y como que las funciones vitales han terminado, el cuerpo vital sale también del denso, dejando a éste inanimado sobre el lecho. El Ego se lleva también consigo un átomo del corazón y el resto del cuerpo se desintegra. Pero en ese tiempo se efectúa un proceso extremadamente im
portante, y los que asisten al hombre agonizante deben tratar cuidadosamente de que reine la mayor quietud en toda la casa, porque las imágenes de toda la vida que acaba de pasar y que estaban impresas en el cuerpo vital están pasando ante los ojos del espíritu en progresión lenta y ordenada, pero en sentido inverso, desde la muerte hasta el nacimiento. Este panorama de la vida pasada dura desde unas cuantas horas hasta tres días y medio. Ese tiempo depende de la fuerza del cuerpo vital, lo que determina el lapso que una persona puede mantenerse despierta cuando lleg a el caso. Muchas personas pueden observar cincuenta, sesenta y hasta setenta horas antes de quedar exhaustas, mientras que otras no pueden permanecer despiertas más que pocas horas. La razón por la que es necesario que la casa permanezca en la mayor quietud durante los tres días y medio subsiguientes a la muerte es ésta: durante ese tiempo el panorama de la vida pasada se imprime sobre el cuerpo de deseos que será el vehículo que el hombre tendrá en el Purgatorio y en el Primer Cielo, donde se recoge todo el bien o mal que se haya sembrado, de acuerdo con los actos realizados en la vida terrestre.
Ahora bien, cuando la vida ha sido muy accidentada y el cuerpo vital del hombre es fuerte, se necesitará mayor tiempo para efectuar esa impresión que si el cuerpo vital fuera débil, pero durante todo ese tiempo el cuerpo denso está conectado con los vehículos superiores por el cordón plateado y cualquier daño que se haga al cuerpo lo siente el espíritu hasta cierto punto. Y siente el embalsamamiento, autopsias o la cremación si se hacen inmediatamente después de la muerte. Por consiguiente esas operaciones no deben hacerse absolutamente durante los tres días y medio subsiguientes a la muerte. Al fin de ese intervalo, el panorama se ha impreso completamente en el cuerpo de deseos, el cordón plateado se rompe, el cuerpo vital es atraído por el denso y queda rota toda conexión con el espíritu, quien entonces puede ir libremente a su vida superior.
Cuando se entierra el cadáver, el cuerpo vital se desintegra lentamente al mismo tiempo que aquel, así que cuando, por ejemplo, un brazo se ha podrido en la tumba, el brazo etérico del cuerpo vital que flota sobre la tumba desaparece también, y así sucede hasta que desaparece el último vestigio del cadáver. Pero cuando se realiza la cremación el cuerpo vital se desintegra inmediatamente, y como que dicho vehículo es el que conservaba las imágenes de la vida pasada, las que, al imprimirse sobre el cuerpo de deseos, forman la base de la vida en el Purgatorio y en el Primer Cielo, sería perjudicialísimo que la cremación se efectuara antes de los tres días y medio subsiguientes a la muerte. A menos que se le ayudara el espíritu no podría mantener el cuerpo unido. Eso es una parte del trabajo que hacen los auxiliares invisibles de la humanidad. Algunas veces prestan su ayuda los espíritus de la Naturaleza o las Jerarquías Creadoras que guían a la humanidad. También se pierde algo cuando el cadáver es quemado antes de que el cordón plateado se rompa por sí solo; la impresión sobre el cuerpo de deseos no es entonces tan profunda como debiera ser, y esto produce su efecto en las vidas posteriores, porque cuanto más fuerte es la impresión tanto más agudos son los sufrimientos en el Purgatorio por el mal hecho y tanto más intensos son los goces del Primer Cielo que resultan de las buenas obras de la vida pasada. Son esos dolores y goces que nos proporcionan nuestras vidas pasadas lo que llamamos conciencia, así que cuanto perdemos en sufrimiento lo perdemos también en la realización de nuestros errores, cuya purificación nos impediría en las vidas futuras cometer los mismos actos de nuevo. Por lo tanto, los efectos de la cremación prematura son muy de tenerse en cuenta. Triste es decirlo, tenemos una ciencia del nacimiento, con obstétricos, parteras experimentadas, antisépticos y todo lo necesario para el confort del hijo y de la madre, pero nos falta la ciencia de la muerte que nos permita ayudar a nuestros amigos de toda una vida en su partida al más allá.
Textos tomados de los libros "Concepto Rosacruz del Cosmos", "Preguntas y Respuestas, tomo I", "Misterios Rosacruces", Max Heindel

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