EL SIGNIFICADO CÓSMICO DE NAVIDAD





“Aunque Cristo nazca en Belén mil veces,
y no dentro de ti, tu alma se verá desamparada.
Es en vano que mires a la Cruz del Gólgota,
si en tu propio interior no se levanta”.

Ángelo Silesio

Una vez más en el curso del año estamos en vísperas de Navidad. Es diferente la opinión de cada uno de nosotros en torno a esta festividad, así por ejemplo las diversas iglesias enseñan como, en la noche más santa del año, nuestro Señor y Salvador, inmaculadamente concebido, nació de una virgen.

Explicaciones de naturaleza astronómica en cambio han demostrado que en la noche del 24 al 25 de diciembre, el Sol, la “luz del mundo” comienza su ruta de sur a norte. Si el Sol permaneciese constantemente en el sur, el frío y el hambre exterminarían inevitablemente a la raza humana, por ello se lo llama dador de vida.

Bajo el punto de vista cósmico los solsticios de verano y de invierno, (22 de junio y 23 de diciembre) junto con los equinoccios de primavera y de otoño, (21 de marzo y 21 de septiembre) forman puntos turnantes o de viraje en la vida del Gran Espíritu de la Tierra, (El Cristo).

En el Solsticio de Invierno, cuando la Tierra está más próxima al Sol, los rayos espirituales llegan a la superficie de la Tierra en ángulos rectos, en el hemisferio nórdico, estimulando la espiritualidad, mientras que las actividades físicas permanecen adormecidas a causa del ángulo oblicuo que forman los rayos solares al batir sobre la Tierra. Debido a este principio, las actividades físicas están en su reflujo mayor y las fuerzas espirituales en su flujo superior en la noche del Navidad, estación de mayor luz espiritual. Durante esta época de ciclos alternantes, hay un flujo y reflujo de luz espiritual igual al de las aguas del océano.

Ahora nos estamos acercando al solsticio de invierno; los días más obscuros del año; la época en que la luz del Sol está casi deslumbrada; cuando nuestro hemisferio septentrional está frío y triste. Pero en la noche más larga y más obscura el Sol vira en su sendero hacía arriba; la luz de Cristo ha nacido otra vez para la Tierra y ante su brillo el mundo se regocija.

Por los términos de nuestra analogía, sin embargo, cuando el Cristo nace en la Tierra muere para los Cielos. Al igual que el espíritu libre está en el momento de nacer final y firmemente incrustado en el velo de la carne que lo aprisiona durante toda la vida, así también el Espíritu de Cristo está aprisionado y encadenado cada vez que Él nace en la Tierra. Este gran sacrificio anual empieza cuando las campanas de Navidad están sonando; cuando nuestros cánticos gozosos de oración y agradecimiento ascienden al cielo. Cristo queda aprisionado en el sentido más literal de la palabra desde Navidad a Semana Santa.


Entonces, ¿cuál debe ser la aspiración del devoto y del místico iluminado que concibe la grandeza de sus sacrificios, la grandeza de la dádiva de Dios, que desciende sobre la humanidad en esta época del año, que comprende este gran sacrificio de Cristo por nuestra gracia dándose a sí mismo, sujetándose a una muerte virtual para que nosotros podamos vivir este prodigioso amor que cae sobre nuestra Tierra en esta época, ¿Cuál si no, imitar, aunque nada más sea en una medida ínfima, los trabajos maravillosos de Dios? El aspirante a una vida espiritual debe anhelar hacerse más sirviente de la Cruz que antes, debe seguir más cercanamente a Cristo en todas sus cosas haciendo el sacrificio de sí mismo por sus semejantes, procurando elevar a la humanidad dentro de su inmediata esfera de acción para apresurar y llegar el día de la liberación por el cual el Espíritu de Cristo está aguardando, gimiendo y afanándose. Con esta liberación significamos la liberación permanente, el día y la vuelta de Cristo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Destacamos estas últimas frases: para apresurar la liberación por la cual el Espíritu de Cristo está aguardando, gimiendo y afanándose. Con esta liberación significamos la liberación permanente, el día y la vuelta de Cristo.

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Que recuerdan la explicación de Max Heindel sobre la Estrella de Belén: ""la adoración de los tres magos o "sabios del Oriente", tan hermosamente descrita por el general Lew Wallace en "Ben Hur".

Los tres sabios: Gaspar, Melchor y Baltasar representan las razas blanca, amarilla y negra, los pueblos de Europa, Asia y Africa; guiados por la Estrella del Salvador del Mundo...

Muchas especulaciones se han hecho sobre la naturaleza de esta estrella. La mayoría de hombres de ciencia materialista la declaran como un mito, y otros dicen que si fue más que mito, sería sólo una simple coincidencia": dos soles muertos que al chocar producirían una conflagración.

No obstante, todo místico conoce la "Estrella" - si, y la "Cruz" también - y no sólo como símbolos de la vida de Jesús y de Cristo, sino como experiencias de ellos mismos.""

Está en: http://trf95.blogspot.com/2006/11/la-estrella-de-beln_7692.html